Alvaro Lobo Amaya -Reflexión Ambiental Hidrica
A través de un periódico virtual de la ciudad me enteré que el señor Alcalde Municipal, doctor Yebrail Hadad Linero, PROPONE que para las fiesta de carnavales se permita únicamente que en un solo día los ocañeros den rienda suelta a su irresponsabilidad y desperdicien agua durante veinticuatro horas.
Mientras en IDEAM anuncia que a raíz del fenómeno del Niño se prevé una fuerte disminución de las lluvias en todo el territorio nacional y algunas poblaciones enfrentan cortes de agua y se toman medidas para contrarrestar la sequía, nuestro Alcalde esta pensando en la posibilidad de prohibir parcialmente este vicio, resabio o comportamiento agresivo frente al uso racional de este vital recurso natural.
En los comentarios que sobre el particular hicieron algunos ocañeros se advierte cierto grado de conciencia en relación con la crisis del agua en el contexto local, regional, nacional e internacional ya que con argumentos de conservación de este preciado líquido, respaldan la iniciativa del burgomaestre, sin embargo, otros de una manera grotesca y vulgar no sólo ofenden con argumentos baladís la primera autoridad sino que lo irrespetan con palabras soeces.
Se deja entrever en artículo con los comentarios hechos dos escenarios bien marcados: uno tendencial en el cual algunos actores sociales de la Ocaña inculta y atrasada defienden a ultranza la costumbre de jugar los carnavales no únicamente despilfarrando agua potable sino, que se les permita utilizar agua contaminada, barro, pinturas, anilinas etc. El otro escenario de cambio esta compuesto por aquellos ocañeros de bien, conscientes y defensores de la causa ambiental y de compromiso con las futuras generaciones, que están de acuerdo con la buena intención del alcalde de PROPONER, solo eso, una medida a medias que posiblemente deje satisfechos a las partes en conflicto.
No mi estimado y respetado Señor Alcalde, Ocaña es un municipio y usted lo sabe, con una oferta hídrica muy baja y con unos relictos boscosos que junto con la Playa de Belem y otros municipios de la provincia configuran casi que un ecosistema desértico, en donde no nos podemos dar el lujo de botar literalmente el agua potable, que estoy seguro a muchos corregimientos y veredas de la localidad no les llega.
Las decisiones y medidas sobre el uso y aprovechamiento racional de los recursos naturales renovables deben ser radicales y de obligatorio cumplimento y no propuestas a la comunidad para que opcionalmente acojan las medidas. Es absurdo que una comunidad civilizada pretenda justificar su diversión a costa del detrimento de la base natural y de un recurso que, como el agua, es en de vital importancia para el desarrollo de todas las forma de vida en este Planeta Azul.
Quedaron atrás las los años en que a baldados de agua festejábamos los carnavales y derrochábamos el agua a granel sin dimensionar y prever la situación actual y tanto mi generación como las actuales somos responsables de esta crisis. No hay que “llorar sobre la leche derramada” como reza el proverbio popular, pero si llego la hora de reflexionar y de asumir un cambio de actitud con nuestro entorno natural y mejorar cada día la relación de eficiencia hombre/naturaleza. No más desperdicio de agua.
En estos días la Viceministra del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial daba la noticia en los medios de comunicación que una de las medidas para contrarrestar el desperdicio del agua es castigar el uso suntuoso del agua y manifestó que el promedio de consumo en el país por familia/ mes es de 18 metros cúbicos y que por encima de 40 se consideraba gasto suntuoso. Generosa la señora Viceministra con permitir que los colombianos nos podemos gastar suntuosamente mas del doble.
De manera pues, Señor Alcalde, que en materia de medidas ambientales no se puede ser tan lapso, se requiere de medidas de choque y muy estrictas para erradicar esta errada costumbre de desperdiciar agua, bajo el argumento perverso de que es una tradición. No se puede fundamentar el acervo cultural de los pueblos en conductas que lesionan y comprometen la salud y vida de sus pobladores y desde luego, de nuestro medio ambiente. Hoy más que nunca, hay que apostarle a Uso Eficiente y Ahorro del Agua como lo dispone el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial.
A manera de reflexión ambiental me permitimos trascribir un comentario sobre la crisis mundial del agua, que nos contextualiza en la problemática actual de este recurso natural “finito” y que es coherente con la política del Ministerio del Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial y la aplicación de la Ley 373 de 1997, sobre Uso Eficiente y Ahorro del Agua.
“Un 70% de la superficie de la tierra es agua, pero la mayor parte de ésta es oceánica. En volumen, sólo 3% de toda el agua del mundo es agua dulce, y en su mayor parte no se halla generalmente disponible. Unas tres cuartas partes de toda el agua dulce se halla inaccesible, en forma de casquetes de hielo y glaciares situados en zonas polares muy alejadas de la mayor parte de los centros de población; sólo un 1% es agua dulce superficial fácilmente accesible. Ésta es primordialmente el agua que se encuentra en los lagos y ríos y a poca profundidad en el suelo, de donde puede extraerse sin mayor costo. Sólo esa cantidad de agua se renueva habitualmente con la lluvia y las nevadas y es, por tanto, un recurso sostenible. En total, sólo un centésimo del uno por ciento del suministro total de agua del mundo se considera fácilmente accesible para uso humano
Se considera que, mundialmente, se dispone de 12.500 a 14.000 millones de metros cúbicos de agua (12.500 a 14.000 kilómetros cúbicos) por año para uso humano. Esto representa unos 9.000 metros cúbicos por persona por año, según se estimó en 1989. Se proyecta que en el año 2025 la disponibilidad global de agua dulce per cápita descenderá a 5.100 metros cúbicos por persona, al sumarse otros 2.000 millones de habitantes a la población del mundo Aun entonces esta cantidad sería suficiente para satisfacer las necesidades humanas si el agua estuviera distribuida por igual entre todos los habitantes del mundo
Pero las cifras per cápita sobre la disponibilidad de agua presentan un cuadro engañoso. El agua dulce mundialmente disponible no está equitativamente distribuida en el mundo, ni en todas las estaciones del año, ni de año a año. En algunos casos el agua no está donde la queremos, ni en cantidad suficiente. En otros casos tenemos demasiada agua en el lugar equivocado y cuando no hace falta. "Vivimos bajo la tiranía del ciclo del agua", observa el hidrólogo Malin Falkenmark, refiriéndose al ciclo hidrológico de la tierra”.
Es importante relievar que, en otras ciudades y centros poblados de nuestra geografía nacional se han tomado medidas que prohíben el uso del agua durante los días de ferias fiestas y, en algunos casos específicos como en Popayán, se han realizado manifestaciones en oposición al uso del agua en los días de carnaval. Ocaña y todos los municipios del país deben sumarse a esta responsable y sensata iniciativa ambiental y económica.
ALVARO LOBO AMAYA
Ingeniero Forestal